Uno de los mayores desafíos al crear un negocio es comunicar de forma efectiva tu mensaje. Esto puede lograrse a través de textos persuasivos, cartas de ventas o el diseño de una página web. El objetivo siempre es claro: conectar con tu público y persuadirlo a tomar acción, ya sea registrarse, comprar o simplemente interesarse. Sin embargo, cuando eres dueño de un negocio, es común buscar validación en opiniones cercanas antes de presentar tu contenido o diseño al mercado. Y es ahí donde comienzan los problemas.
Imagina que acaba de terminar tu nueva página web o un texto publicitario para tu producto. Con entusiasmo, se lo muestras a tus amigos o familiares esperando recibir retroalimentación sincera. Entonces, llega el inevitable comentario: “Esto tiene demasiadas palabras, nadie va a leer tanto.”
Aunque esta opinión pueda parecer válida, lo primero que debes preguntarte es: ¿ellos forman parte de tu público objetivo? En la mayoría de los casos, la respuesta será no. Este comentario, basado en prejuicios o gustos personales, no solo suele ser irrelevante, sino que a menudo está influenciado por un mito muy extendido en la era digital: el mito de que las personas ya no leen.
En este artículo, te explicaré por qué no deberías basar tus decisiones estratégicas en estas opiniones. Además, desmontaremos ese mito y veremos cómo adaptar la longitud y el enfoque de un texto conforme a objetivos y públicos específicos. No se trata de escribir más o menos, sino de escribir exactamente lo necesario para que conecte con quien lo necesita.
¿Tus amigos y familiares son un buen termómetro para tu negocio?
Aunque mostrarle tu trabajo a conocidos puede parecer una forma segura de obtener críticas constructivas, es importante distinguir entre buenas intenciones y opiniones realmente útiles. El problema principal es que estas personas, por más cercanas que sean, no están en posición de saber qué funciona para tus clientes porque:
- Ellos no están en el lugar de tu público objetivo. Quizá no comparten las mismas necesidades, problemas o intereses que las personas a las que intentas convencer.
- No entienden el contexto detrás del diseño o el texto. Los textos publicitarios, por ejemplo, tienen objetivos claros que muchas veces requieren una estructura y extensión específicas para resolver dudas, vencer objeciones o construir confianza.
Piensa en esto: si tu objetivo es vender un programa especializado de $2,000 dólares, tus textos probablemente necesitarán ser extensos, con detalles que justifiquen la inversión y resuelvan dudas comunes. Sin embargo, a una persona ajena, eso podría parecer «excesivo».
Esto sucede porque los textos y diseños están hechos para atraer y persuadir a tus clientes ideales, no a tus conocidos ni a tu círculo cercano. Por lo tanto, basar ajustes importantes en críticas de personas fuera de tu target no solo es innecesario, sino peligroso para tus resultados.
El mito de que la gente no lee
Un argumento recurrente cuando alguien critica textos extensos suele ir acompañado del ya conocido: “Nadie lee hoy en día.” Aunque esta frase puede tener sentido superficialmente —dada la cantidad de información y distracciones digitales que enfrentamos—, se trata de uno de los mitos más grandes y dañinos para los negocios.
Las estadísticas lo confirman: hay millones de personas leyendo textos largos todos los días, siempre y cuando les generen interés. Según un estudio del portal especializado Chartbeat, el 55 % de los lectores pasa más de 15 segundos interactuando con contenido escrito en internet. Por otro lado, Medium data que los artículos más efectivos tienen aproximadamente siete minutos de lectura, lo que equivale a más de 1,600 palabras. Esto demuestra que, incluso en un mundo saturado de información, el interés y el valor percibido son los factores determinantes para que alguien lea o no.
Más allá de los datos, piensa en tu propia experiencia: ¿cuántas veces has leído información extensa en un artículo, un correo o incluso una página de ventas porque te interesaba resolver una duda o encontrar una solución? Probablemente muchas. El problema nunca es la cantidad de texto, sino lo útil, relevante y atractivo que sea.
En realidad, cuando alguien dice “nadie lee eso”, lo que está expresando es que ellos no lo leerían, ya sea porque no tienen interés, no son tu público objetivo o simplemente no lo necesitan en ese momento. Pero recuerda: creas contenido para personas con un problema específico, no para todo el mundo. Si tu audiencia necesita una solución, estará dispuesta a leer lo que sea necesario para encontrarla.
¿Cuánto texto necesitas realmente?
Una vez desmontado el mito, queda claro que no necesitas limitarte por miedo a que “nadie lea”. Sin embargo, también es importante mencionar que la longitud de tu contenido también debe ser estratégica y depender de su propósito.
Casos en los que necesitas menos texto
En algunos escenarios, menos es más, sobre todo cuando el nivel de compromiso que le solicitas al usuario es bajo. Por ejemplo:
- Landing pages para captar prospectos: Cuando solo quieres que alguien comparta su correo o tome una decisión pequeña, como descargar algo gratuito, los textos breves y directos son más efectivos.
- Anuncios en redes sociales: Deben ser rápidos y visuales para captar atención inmediata.
- Mensajes para toma de acción rápida, como botones de “compra” o formularios.
Aquí, los usuarios no necesitan muchos detalles porque todavía no están completamente comprometidos con tu oferta.
Casos en los que necesitas más texto
Lo contrario sucede cuando necesitas que los clientes tomen decisiones importantes o inviertan en productos o servicios de mayor valor. En estos casos, los textos largos son fundamentales para desarrollar confianza, clarificar dudas y mostrar los beneficios de tu oferta. Por ejemplo:
- Páginas de ventas para productos caros: Si vendes un curso de $2,000, tus clientes querrán saber TODO: resultados esperados, garantías, estudios de caso, y más.
- Respuestas a objeciones: Si sabes que tus clientes tienen dudas recurrentes, un texto más detallado puede funcionar para satisfacerlas y convencerlos.
- Soluciones técnicas o especializadas: Productos complejos requieren explicaciones más completas para que los compradores entiendan cómo resuelven sus problemas.
En ambos casos, no se trata de escribir mucho o poco al azar, sino de encontrar el equilibrio perfecto que entregue toda la información necesaria para lograr el objetivo.
Consejos para estructurar textos efectivos
Entendiendo que la longitud correcta depende de tu objetivo y público, aquí tienes algunos consejos prácticos para que tus textos tengan el impacto que deseas:
- Investiga a tu audiencia: Conocer las necesidades, deseos y lenguaje de tu público es clave. Cuanto más entiendas su perspectiva, mejor podrás comunicarte con ellos.
- Hazlo fácil de leer: Divide el texto en párrafos cortos, utiliza encabezados claros y listas. Un contenido bien estructurado es menos intimidante, incluso si es largo.
- Enfócate en el objetivo: ¿Quieres vender algo? ¿Captar un correo? Asegúrate de que todo lo que incluyas esté alineado con ese propósito y evites palabras innecesarias.
- Prueba y mejora continuamente: Usa herramientas como Google Analytics o software de pruebas A/B para entender qué funciona mejor con tu audiencia y optimizar según resultados concretos.
¿Deberías ignorar las opiniones de tus conocidos?
Decididamente, no hay problema en pedir opiniones a tus amigos o familiares; sin embargo, debes abordarlas con criterio. Si no pertenecen a tu público objetivo o no entienden las dinámicas de tu industria, su opinión no debería ser la base para tomar decisiones importantes. Recuerda que tu prioridad es servir a tus clientes ideales, no complacer a quienes simplemente tienen una perspectiva externa.
Si algo funciona con tu target y resuelve sus necesidades, no importa lo que opinen los demás. El éxito se mide en conversiones, no en comentarios casuales. Así que la próxima vez que escuches “esto tiene demasiado texto, nadie lo va a leer”, pregúntate: ¿Esta persona es mi cliente ideal? Si no lo es, posiblemente su consejo no sea tan relevante.
En conclusión, no temas escribir para quienes sí importan. Si ofreces valor real y te diriges al público correcto, ellos leerán tanto como sea necesario para obtener lo que necesitan.